A principios de siglo, Abraham Maslow formuló en su obra “Una teoría sobre la motivación humana” (A Theory of Human Motivation) la teoría de la pirámide de Maslow.
Concretamente, esta teoría de la motivación se representa en una pirámide que consta de cinco niveles que están ordenados jerárquicamente según las necesidades humanas que atraviesan todas las personas.
En el nivel más bajo de la pirámide se encuentran nuestras necesidades más básicas, las primarias o fisiológicas, como alimentarse o respirar. Mientras que a medida que subimos de nivel encontramos las necesidades secundarias y terciarias, las que están relacionadas con la seguridad, las relaciones sociales, la estima y reconocimiento y la autorrealización.
El cerebro del niño
El doctor en psicología y neuropsicólogo, Álvaro Bilbao presenta en su libro “El Cerebro del Niño” una versión adaptada de la Pirámide de Maslow. En él, explica que “las necesidades de los más pequeños van desde los requisitos básicos para que su cerebro funcione correctamente hasta la búsqueda de estímulos que le permitan explorar, jugar y descubrir lo que le rodea”, para conseguir un desarrollo pleno y donde el papel de los padres es fundamental, según explica el experto.
1.º nivel: necesidades vitales: alimento, descanso e higiene.
2.º nivel: seguridad. Crecer en entornos protegidos, sentirse seguros y sin amenazas ni malos tratos.
3.º nivel: amor y pertenencia. Sentirse queridos y disfrutar de relaciones sociales con el entorno.
4.º nivel: estima. Tener cierta libertad, responsabilidad y autonomía para explorar el mundo, desarrollar autoconfianza y autoestima.
5.º nivel: autorrealización. Cubiertos los cuatro niveles anteriores, conseguir metas y desarrollar su potencial.
Para llegar al máximo nivel, el neuropsicólogo destaca estas ideas sencillas que toda familia debe conocer:
1. Conexiones neuronales. Nuestros hijos nacen con casi la totalidad de las neuronas que tendrán de mayores. La única diferencia entre nosotros en la edad adulta y los bebés son las sinapsis, las millones de conexiones que deberán desarrollar con los años y cada una de esas conexiones es un aprendizaje. Por ejemplo, solo con una caricia el niño ya está realizando una conexión que le condicionará a la hora de enfrentarse al mundo cuando sea mayor.
2. Dos hemisferios: el hemisferio izquierdo controla la mano derecha y las funciones del habla, la lectura y la escritura, el autocontrol y la capacidad de ser optimista ante la vida, entre otras. El hemisferio derecho controla la mano izquierda y es responsable de un carácter más intuitivo, artístico y emocional, representa el lenguaje no verbal, la visión de conjunto, etc. Esto no significa que los diestros sean más lógicos y los zurdos más intuitivos: todas las personas necesitan el funcionamiento de ambos hemisferios para un desarrollo cerebral pleno.
3. Tres cerebros en uno. A nivel metafórico se habla del cerebro reptiliano, es el más primitivo y es el que compartimos con los reptiles y nos lleva a luchar por nuestra supervivencia y es el cerebro dominante en la etapa de 0 a 1 año.
El cerebro emocional, que empieza a dominar junto con el cerebro reptiliano a partir del año de vida, nos permite distinguir entre emociones agradables (busca el alimento, el cariño?) y desagradables (huir de peligros y amenazas).
El cerebro racional o superior es el más evolucionado, y comienza a tomar protagonismo a partir de los 3 años, nos permite tener conciencia de nosotros mismos, comunicarnos, razonar, ser empáticos o tomar decisiones lógicas.
4. Importancia del juego. Los niños pequeños, sobre todo, lo que necesitan es pasar tiempo con sus padres para interactuar y jugar con ellos, ya que es la mejor manera para conseguir que el cerebro se vaya desarrollando y alcance toda su madurez.
Maslow y el cerebro de los adultos
Abraham Maslow fue uno de los pioneros de la psicología humanista, una corriente psicológica surgida a mediados del siglo XX que se caracteriza por considerar al ser humano de forma global, atendiendo, también a sus aspectos existenciales tales como la libertad, la responsabilidad, la autorrealización, la búsqueda de sentido o la personalidad, entre otros.
Maslow estaba más enfocado en aprender cómo hacer a la gente más feliz y aquello que se podía hacer para mejorar el desarrollo personal y la autorrealización.
Por ello, desde el punto de vista del cerebro de las personas adultas queremos resaltar el último nivel, la autorrealización con una frase de este conocido psicólogo:
“Un músico debe hacer música, un artista debe pintar, un poeta debe escribir. Lo que un hombre puede ser, debe serlo”.
-Abraham Maslow-
La autorrealización es el conjunto de las necesidades, por así decirlo, del desarrollo de uno mismo, crecer y conseguir nuestro máximo potencial. Y, al igual que sucede en el caso de los niños, no debemos olvidar, que para llegar a esta parte de la pirámide, debemos tener cubiertas todas las necesidades anteriores y más básicas.
Y concluye que las personas autorrealizadas están más centradas en la realidad que les rodea, son capaces de enfrentarse a las adversidades ya que parten de una solución.
La pirámide de Maslow y las necesidades del cuidador principal
Dentro del cerebro adulto y siguiendo con la idea de “enfrentarse a las adversidades” os queremos comentar un estudio que une la teoría de Maslow a la motivación del cuidador personal de personas dependientes.
En él se analiza la motivación en el cuidador y parte de la idea de que la motivación en el cuidador informal (en la mayoría de los casos es un familiar de primer grado: cónyuge o hijos y en menor medida familiares de tercer grado: sobrinos o nietos) es diferente a la del cuidador formal no profesional (principalmente mujeres, que reciben una remuneración por el cuidado de la persona dependiente).
Los resultados obtenidos de la investigación muestran que el cuidador informal y el cuidador formal no profesional, tienen características distintas, pues parten de unos Factores Condicionantes Básicos desiguales, que originan unas situaciones vitales diferentes y por ello, en el inicio del cuidado su motivación no es la misma.
El cuidador informal está motivado por su relación filial con la persona dependiente, no recibiendo remuneración económica por el cuidado y buscando la satisfacción de los tres peldaños superiores de la pirámide de Maslow (amor y pertenencia; estima y autorrealización), en base a unos requerimientos personales y sociales.
El cuidador formal no profesional parte de una situación de mayor necesidad personal, que le sitúa en la búsqueda y consecución de los dos peldaños inferiores de la pirámide (necesidades fisiológicas y necesidades de seguridad).
Conocer cuál es la motivación del cuidador principal permite desarrollar estrategias a la hora de proporcionar cuidados de calidad destinados tanto al cuidador principal (cuidador informal y cuidador formal no profesional) como a la persona dependiente.
BIBLIOGRAFÍA
Álvaro Bilbao.
Libro. El cerebro del niño. 28/09/2015
https://books.google.es/books/about/El_cerebro_del_ni%C3%B1o_explicado_a_los_pad.html?id=4vSkDwAAQBAJ&printsec=frontcover&source=kp_read_button&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false
Ponencia. El cerebro del del niño. 11/06/2019
https://www.youtube.com/watch?v=EW9ryb2FAQM
T. Jack, Ana. Cerebro y educación. La voz de Galicia. 02/11/2016. https://www.lavozdegalicia.es/noticia/lavozdelaescuela/2016/11/02/cerebro-educacion-hambre-intentes-razonar/0003_201611SE2P3991.htm
Logroño Varela, Elena; Cercas Duque, Adriana. Estudio de la motivación del cuidador principal de la persona dependiente. Scielo España, Scientific Electronic Library Online. http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1988-348X2018000100008